Ajedrez y psicología

En la actualidad nadie duda de los beneficios del ajedrez como herramienta terapéutica para niños y adultos, tanto de desarrollo típico como con necesidades especificas [por ejemplo TDAH, síndrome de Asperger y otros TEA (véase por ejemplo "Desarrollando el talento ajedrecístico" Karel y Merijn van Delft 2008, donde estos autores relatan sus experiencias en los cursos de ajedrez impartidos a niños con autismo y Asperger].

¿Por qué el ajedrez es una actividad especialmente idónea para las personas con TEA, síndrome de Asperger y TDAH?

  • El ajedrez tiene el potencial de activar en cualquier persona las funciones ejecutivas cerebrales, aumentando con ello la memoria de trabajo, la capacidad de atención, concentración, planificación, el análisis lógico, y la resolución de problemas.
  • La práctica del ajedrez no necesita de contacto físico directo, eliminando esta molestia.
  • Mejora la coordinación ojo-mano y las habilidades visoespaciales.
  • Tiene un reglamento de juego no arbitrario, sino claro, y universalizado.
  • Mejora la impulsividad y hace descender la hiperactividad.
  • Es una actividad totalmente adaptable al nivel y momento evolutivo de la persona: se puede comenzar a practicar de manera individual, con un monitor, y con programas informáticos. Posteriormente, cuando el alumno esté preparado, se pueden organizar partidas con otro jugador, y con el tiempo participación en torneos, favoreciendo e impulsándose así la integración social.

Abundando en este tema os acercamos estos datos, tomados de José Antonio Marina (CEIDE julio, 2014)
Hemos identificado diez aspectos incluidos en las funciones ejecutivas, y a continuación resumo la relación de cada una de ellas con el ajedrez.

Activación: El cerebro aprende a mantener la energía necesaria para realizar una tarea. Hay una situación de “alerta” que moviliza el resto de las funciones mentales. La situación de “juego”, el interés, la motivación etc. entrenan esta función.

Inhibición del impulso: El ajedrez es un juego muy pautado en que los niños –y los adultos- deben controlar su impulsividad.  Desde guardar el turno a tener que calcular las partidas son actividades que favorecen la inhibición del impulso.

La gestión de la atención: El problema de la atención es crucial en educación. El niño debe aprender a “poner atención” voluntariamente, no sólo a ser atraído por los estímulos más potentes.  El ajedrez necesita concentración y también la favorece, porque el jugador está pendiente de la jugada del contrincante y tiene que estar previendo la suya.

Las metas: Lo que caracteriza a las funciones ejecutivas es que dirigen todas las operaciones mentales hacia una meta no inmediata. Es decir, aplazan la recompensa inmediata para conseguir una meta lejana. Para ello tienen que fijarse una meta, mantenerla,  anticipar el futuro. Esto es esencial al ajedrez.

Planificación: Los planes son los caminos que nos llevan a conseguir una meta. El ajedrez permite entrenar esta capacidad –esencial para una inteligencia eficaz- en un ambiente de juego y de interés  que la facilita. El jugador, además, puede comprobar inmediatamente si su planificación funciona, lo que es un poderoso reforzador.

La gestión de las emociones: La eficacia del ajedrez para enseñar a regular las emociones es uno de los temas mejor estudiados.

La gestión de la memoria: La inteligencia ejecutiva dirige la “construcción de la memoria” (eso es lo que hacen los jugadores cuando aprenden jugadas), y también la aplicación de la memoria a la situación real (workingmemory). Gracias a los trabajos de los psicólogos rusos del ajedrez sabemos que esta capacidad puede entrenarse.

El mantenimiento del esfuerzo: Este es un gran problema educativo. Necesitamos  que los niños aprendan a mantener la acción. El interés que despierta en ellos la interacción en el juego favorece este aprendizaje.

La flexibilidad: Es una función ejecutiva que permite cambiar de plan o de meta cuando éste no está resultando bien. Un buen jugador debe tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a un juego de gran dinamismo.

La metacognición: Es la capacidad de reflexionar sobre lo que uno ha hecho. En el caso del ajedrez sobre cómo se ha jugado. Los “pedagogos del ajedrez” dedican mucho tiempo a hacer reflexionar a los niños sobre sus jugadas. En todos los campos, la metacognición acelera los aprendizajes.

 

Javier Reno

Graduado en Magisterio de Educación Primaria, Javier Reno, de 25 años, compagina el ejercicio de su profesión con la práctica y enseñanza de esta disciplina, lo que le permite aunar su vocación pedagógica con su pasión por el ajedrez.

Javier comenzó a jugar a los seis años, alcanzando el título de campeón de Asturias en distintas categorías, tanto en competiciones individuales como por equipos. También ha participado como representante de la selección asturiana en diversos campeonatos nacionales.

Desde hace varios años desempeña labores de monitor de ajedrez en distintos colegios públicos de Oviedo a través de las escuelas deportivas Ciudad de Oviedo, así como  las de monitor en el Centro de Tecnificación Deportiva Ciudad Naranco (CTD Naranco).

Una de sus satisfacciones personales más recientes ha sido la proclamación del Colegio San Pedro de los Arcos, como subcampeón de Asturias sub-12 en el campeonato de Asturias escolar por equipos.

Oferta formativa:

Talleres de ajedrez para niños con necesidades especiales (grupos con un máximo de 4 alumnos, bajo la supervisión técnica de Pilar C. Zardaín).

Clases individuales de ajedrez para niños y adultos.

Contacta con nosotros para disfrutar de esta interesante actividad